miércoles, 31 de diciembre de 2014

El último tren de 2014

Muchos han sido los trenes que he tenido que tomar este año...y muchas las estaciones en las que me he quedado esperando al tren correcto. En realidad cada día estoy más concienciado de que no existe el tren correcto, sino algunos de cercanías que te dejan en otras estaciones, y tú decides si coges otro cercanías, un media distancia, o un interregional. La alta velocidad me gusta pero hace los trayectos demasiado cortos.

Creo que si me diesen a elegir, elegiría sin duda los media distancia. Son los que me han llevado a más sitios, me han hecho vivir mejores experiencias, y en su trayecto me ha dado tiempo a prepararme para lo que me esperaba en la estación de destino.

Y recuerdo, sobre todo, los últimos. En las horas de viaje me daba tiempo de pensar, de leer, de ver alguna que otra película...e incluso de no querer tomarlo de vuelta a los pocos días. Sabía que lo primero que me encontraría al bajar sería una sonrisa, un abrazo, un beso, y unos días de flotar en una nube de ilusión. Es más, hay sitios que me siguen recordando tanto aquello, que diariamente paso por una larga avenida similar con un castillo al fondo que me pone nostálgico.

Después de un tiempo podría decir que ya no dueles. Ha costado...vaya que sí. Ese cobrecogimiento en el pecho durante un tiempo parecía que no quería irse. No sé si no quería irse o yo no quería echarlo. Sabía que era necesario, pero la adaptación a lo nuevo siempre cuesta...y más cuando no sabes qué es lo nuevo. Por experiencia, sé que siempre es una estación más en la que esperar; a veces con más frío, otras veces resguardado...pero al fin y al cabo, una sala de espera.

Después de un tiempo podría decir que ya no dueles...o quizás es mi mente la que quiere pensar que no dueles porque duele pensar que duelas. No es fácil entender a la mente, y menos cuando el Ello puede más que el Superyo en los sueños. A veces pienso que vivo en una especie de nube de cloroformo que me evita pensarte, pero en el mundo de los sueños estoy totalmente indefenso. Mi armadura no funciona allí, e incluso puede llegar a debilitar la armadura consciente. 

Hoy se acaban los trayectos de 2014, y no tengo ninguna hoja de ruta para 2015. Guardo los billetes pasados para no olvidar que me trajeron felicidad, aunque sí he tirado ese último billete que me hizo no volver más.

"Y ha seguido días y días, loca, frenética, en el enorme tren vacío, donde no va nadie, que no conduce nadie."

Dámaso Alonso